
...cambiando las creencias que subyacen, sobre una situación del pasado, no sólo cambiamos nuestra percepción del pasado, sino que alteramos el impacto en nuestras vidas, justamente ahora. podemos rediseñarnos a nosotros mismos viendo todo lo que nos pasó (ver,no ignorar o negar) como ingredientes perfectos que contribuyeron a formar nuestro caracter y hacer que fuerámos mejores personas.
los recuerdos de mi infancia y adolescencia están marcados con tristeza. ser hermana de un niño con parálisis cerebral fue difícil para mí, y que muriera cuando tenía veinte años más aún. era duro saber lo que iba a pasar, que se iba a morir, y a la vez querer que sucediera, porque sus dieciocho años de vida, fueron de lenta agonía.
siempre me sentí muy culpable por esperar que muriera, culpable por haber hecho poco por él, por sentirme avergonzada cuando estábamos en lugares públicos y la gente lo miraba con horror.
Sé que el hecho de ser tan enfática por no hacer nada con Franco que sea invasivo tiene que ver con "no verlo sufrir".
Me acordaba cuando tenía unos nueve años, mi hermano siete y mi mamá lo forzaba a meterse dentro de una estructura metálica (como un esqueleto) para poder ponerlo de pie, y él lloraba y se lastimaba con esos bordes , y mi mamá insistía, y lo sujetaba con unas correas de cuero, y él lloraba y yo no hacía nada. Nunca pudo caminar, pero mi mamá lo hacía por "su bien".
mucho tiempo estuve muy enojada con ella porque pensaba que había sido negligente en el parto (lo tuvo en la casa, sabiendo que era un parto complicado, en esa época ya los niños nacían en santorios, más en la situación económica en la que estábamos).
Irresponsable, por dejarlo caer tantas veces de la cama grande donde lo dejaba recostado hasta el punto que una vez se cayó y dejó clavados sus dientitos en el piso de parquet. y yo no hice nada. Hoy sé que todos hicimos lo mejor que pudimos.
Cuando él era chico, yo lo adoraba. Volvía de la escuela con dibujitos que les pedía a mis compañeras que le hicieran y se los mostraba y jugábamos mucho. pero en mi adolescencia empezó a ser un estorbo y pasó a ser un fantasma. No lo saludaba, no lo registraba, no quería que existiera y no tuve tiempo de revertirlo. Lo peor de todo es que él entendía todo, su nivel intelectual no estaba dañado.
Cuando con Franco empezamos a ver que tenía un retaso madurativo (por lo general así se empieza a ver este diagnóstico) y lo que era evidente era su retraso para caminar ,para los de afuera por supuesto, algunos familiares (de la familia paterna, que no habían vivido lo que nosotros)me decían: "basta que esté bien de la cabecita" y yo pensaba..."basta que no sufra".Mi hermano estaba bien de "la cabecita", atrapado en un cuerpo lleno de llagas, calambres, flemas y vómitos. Será que algunas personas prefieren ( como si se pudiera elegir) "que esté bien de la cabecita"porque ser "retrasado" es falla de familia.
Franco es un nene feliz y yo estoy pudiendo hacer algo por él.
Vivir mi infancia y adolescencia en este marco, pasar después por un nuevo diagnóstico con un niño especial (pensé que mi cuota ya estaba cubierta), pasar casi diez años de mi vida sometida a situaciones de violencia física, psicológica, de amenazas y maltratos continuos del hombre que amaba, fueron un gran aprendizaje. lamento haber estado tan enojada y con rencor hacia mí mamá que hizo lo mejor que pudo, mi papá que se escapaba llenándose de cosas para no estar, también hizo lo mejor que pudo. Mi pareja, que no sabía dar (ni recibir) amor, también hizo lo mejor en ese momento, y yo también hice lo mejor que pude cuando me quedé tantos años sin poder cambiar las cosas.
Estoy mas liviana ahora. Por primera vez en toda mi vida, siento que estoy en el lugar que quiero estar, que tomo las riendas de mi vida , me encanta lo que la vida me ofrece, y agradezco esta oportunidad para poder hacer algo