Despertando al genio:
Franco es un joven de 19 años. Desde que nació supimos que
no era como los demás, pero recién como a sus tres años nos dieron el diagnóstico:
Autismo. Estábamos bastante confundidos, desconcertados más bien y muy
debilitados. Los años que siguieron fueron de mucho peregrinar como la mayoría
de los padres que tenemos un hijo con autismo, pero afortunadamente después de
12 años de no encontrar terapias o formas de llegar a él de forma respetuosa
sin invadirlo, encontramos el programa Son Rise. Nuestra vida cambió
completamente. A partir de allí aprendimos a ser felices y a darle a Franco
herramientas para ayudarlo a encontrar su máximo potencial. Después de siete
años de hacer este programa, puedo decir que Franco es un joven feliz, con
muchos desafíos aún, pero un chico que se siente aceptado y querido por todos
los que estamos en su vida.
Entre las cosas que aprendí en estos años de Son Rise, una
de las que más satisfacciones me ha dado es la de cambiar las creencias y
confiar en el universo benevolente, y puse en práctica mi habilidad y confianza trabajando entre otras cosas con
la siguiente afirmación: “van a aparecer todos los recursos necesarios para
seguir ayudando a Franco a lograr su máximo potencial.”
Y es aquí donde justamente apareció la oportunidad de
comenzar las clases de ABM con Soledad.
Desde su primera clase, Franco increíblemente comenzó a percibir diferente, sin dudas. Su
cerebro comenzó a hacer un mapa de su cuerpo más adecuado a la realidad. Empezó
a moverse diferente, lo notamos en muchas situaciones, por ejemplo al bajar y
subir del auto, el uso de sus brazos de forma alternada, cruzando las piernas.
Se mueve más, y su
postura está más erguida . También
notamos que su mirada ha cambiado, enfoca mejor sus ojos al mirar pero además
notamos que está más atento.
Al concluir ese día, Logró ponerse las zapatillas solo y
luego trató de abrir la puerta, primero sacando la llave del armario, la colocó
en la cerradura, bastante compleja por cierto, luego de muchos intentos.
Entonces la comenzó a girar, probando
cada tanto con la manija para ver si lo había logrado. Finalmente después de
varios intentos, lo logró ante nuestra sorpresa y tremenda alegría que no
pudimos evitar manifestar. Cada día lo hizo con mayor soltura y habilidad.
ABM también despertó
su cerebro en cosas que aparentemente no tienen tanto que ver con lo que
“físicamente” estaba pasando. Lo vemos pensando muy seguido y luego decir una
palabra nueva que no estaba en su repertorio. Intenta hacer cosas por sí mismo,
como el té en el desayuno, prende la hornalla
pone su saquito, pone el azúcar.
Si bien eran cosas que nosotros estábamos acostumbrados a hacer por él, lo hacíamos porque sabíamos que para él era
algo bastante difícil. (cuando lo intentaba Franco solía por ejemplo poner
el agua en el frasco del azúcar, y
necesitaba constantemente de nuestra consigna verbal, y de todos modos le
costaba mucho) hoy vemos como disfruta de su mayor autonomía y de sus logros.
Estos cambios pueden parecer pequeños a los ojos de padres
de hijos “típicos” pero pequeños cambios pueden representar enormes progresos a
través del tiempo. Sabemos que en Franco cada pequeño avance es emocionante para él y
para nosotros, y la experiencia de su aprendizaje es además del logro en sí
mismo, la convicción de que él es capaz, que puede.
Si hay un objetivo que todos tenemos por nuestros
niños con necesidades especiales, quizás no difieren de los de los niños
típicos:
TENER UNA VIDA PLENA Y SIGNIFICATIVA
En las palabras de Temple Grandin: “Padres y maestros
deben mirar al niño, no a su etiqueta. Sean realistas con las expectativas pero
no subestimen el potencial de GENIOS que deben estar escondidos ahí dentro,
solo esperando por una oportunidad de expresarse.
ABM nos está dando
las oportunidades que Franco necesita hoy para despertar a ese genio.
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